Ya hace tiempo que Cacho lleva explicando una de las enfermedades ajedrecísticas más graves de los jugadores cántabros más fuertes (excluyéndonos a él y a mí): la excesiva rapidez en liquidar las tensiones, como las derivadas del posible cambio de un par de peones. Ojeando el otro día el estimulante libro 'Chess recipes from the grandmaster's Kitchen', de Valeri Beim, encontré un ejemplo que ilustra este tema de un modo bastante dramático:
Taimanov - Fischer, Buenos Aires 1960 (juegan blancas) |
En la posición del diagrama Taimanov decidió comenzar cambiando los peones del flanco de dama, no se entende muy bien por qué:
39. axb5? El blanco ganaba con 39. Te1 . Por ejemplo: 39... d4 (39... Tc8 40. Af4 f6 41. Axe5 fxe5 42. Tf1+ Re8 43. Dg7 +-) 40. Ah6+ Re7 41. Ag7 f6 42. Axf6+! Rxf6 43. Tf1+ +- 39... axb5 40. Ad2 Ahora si 40. Te1 el negro se defiende con 40...Ta8! (aprovechando la columna regalada por el blanco) 41. Ah6+ Re7 42. Ag7 Ta1! , y si 43. Txa1 Axa1 44. Axa1 De1+] 40... Re7 41. Ab4+ Rd8 42. Txf7 Th8 y el genio yanqui acabó salvando las tablas.
Es cierto que realizar capturas no obligatorias simplifica el cálculo, pero esto no suele compensar las posibilidades extra que se pierden y se conceden al contrario.
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