Tras un tratamiento superficial de la apertura y un par de errores Enrique quedó perdido, pero Dani no encontró los remates más enérgicos, y bastó un descuido para que el ingenioso subcampeón de 2010 pusiera en marcha la máquina de estafar, tan bien descrita en la tradición oral del ajedrez cántabro.
Enrique es un mal cliente para Dani. Veremos si en la partida de esta tarde consigue al fin controlar el genio táctico de su joven rival.
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