Del mismo modo que el hombre fuerte disfruta con su habilidad física, deleitándose en ciertos ejercicios que ponen sus músculos en acción, el analista goza con esa actividad intelectual que se ejerce en el hecho de desentrañar. Consigue satisfacción hasta de las más triviales ocupaciones que ponen en juego su talento. Se desvive por los enigmas, acertijos y jeroglíficos, y en cada una de las soluciones muestra un sentido de agudeza que parece al vulgo una penetración sobrenatural. (Edgar Allan Poe, del comienzo del cuento "Los crímenes de la Calle Morgue")
Hoy se celebra el bicentenario del nacimiento de Edgar Allan Poe (1809-1849), quizá el escritor más influyente del siglo XIX; dejó su impronta en la literatura (Dostoievski, Kafka, Lovecraft, Borges o Cortázar, por recurrir sólo a mi escasa lista de lecturas), y también la cultura popular está impregnada de su enfermiza imaginación. Seguro que recordáis los domingos de tele de hace 25 años, cuando echaban esas películas de Roger Corman, con Vincent Price haciendo el cabrón, y el resto del casting emparedado vivo o a punto de morir fileteado por péndulos de afiladas cuchillas:
¿Sabíais que la letra de "Annabel Lee", quizá la mejor canción de Radio Futura, es una traducción de un poema de Poe?
No olvidemos que esto es un blog de ajedrez: la relación del genio con nuestro juego no es precisamente estrecha, pero puedo citar dos ejemplos que justifican el homenaje:
- En el inicio de "Los Crímenes de la Calle Morgue", el autor compara desfavorablemente el ajedrez con las damas y un juego inglés de cartas; en fin, para escribir bien no hay por qué dominar el tema del cual se habla...
- En un famoso ensayo, Poe analiza el autómata de Kempelen ("el Turco"), y demuestra con lógica férrea que sólo se trataba de una "maravillosa estafa". No he encontrado el texto en español.
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